Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Cor. 15:54-57
Segunda Corintios 5:6-8 nos dice claramente que el creyente es llevado directamente a la presencia de Dios en cuanto muere. Pablo argumenta que “estar ausentes del cuerpo” es equivalente a estar “presentes al Señor”. Jesús hablo de un tema similar cuando le dijo al ladrón en la cruz “hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). El paraíso al que se refirió Jesús es sinónimo al cielo.
Sin embargo, las Escrituras también enseñan que el creyente, mientras está en la presencia de Dios, no recibirá su cuerpo glorificado hasta después. Al morir, nuestros cuerpos van al sepulcro y esperan la segunda venida de Cristo (1 Tes. 4:16), cuando Él los resucitara y transformara (1 Juan 3:2).
El apóstol Pablo habla del día cuando nuestros espíritus serán unidos con nuestros cuerpos para ya no estar desnudos (2 Cor. 5:3), y así tener la habilidad de vivir por la eternidad en la manera en que Dios nos creo para disfrutar. El nuevo cuerpo del cristiano es futuro, aunque cada santo ya fallecido está en la presencia de Dios. Ver Video aqui