PASTOR ISRAEL VALENZUELA

Por L. Báez

“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque dios ama al que da con alegría”. 2 corintios 9:7

Muchas personas piensan que debemos dar por gratitud, y es correcto, la Biblia nos manda a ser agradecidos, otros entienden que debemos dar por compromisos que hemos asumido y si somos padres, el dar y proveer para nuestros hijos es más que un deber. Así mismo muchas personas con las que tenemos vínculos emocionales, de amistad, de compromiso o de afecto, esperan de nosotros amor, tiempo, cariño, cuidado, dinero o alguna otra cosa. Sin embargo, la realidad es que no todos hemos sido capacitados para dar desinteresadamente como está concebido en el plan de Dios. Es cuando entregamos nuestras vidas a Jesús que comenzamos a ser enseñados a dar correctamente o mejor dicho, a ser RE-ENSEÑADOS.  “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2

La obra del Espíritu Santo en la vida del creyente consiste en desmontar esquemas aprendidos que son contrarios a la visión del Reino de Dios. Fuimos marcados con cosas que retrasan el crecimiento y el desarrollo de la vida que Dios ha diseñado para nosotros y una de las más importantes es EL ACTO DE DAR. La formación que recibimos no fue la correcta, porque en vez de dar desinteresadamente tomando en cuenta primero el amor, lo que aprendimos fue a invertir, esperando ser retribuidos en la misma proporción. Cuando damos estamos llenos de temores, de prejuicio y de inseguridad, porque nos han dicho que darse por completo nos traerá sufrimiento y frustración. Si Jesús hubiese actuado como nosotros al entregar su vida voluntariamente en propiciación por nuestros pecados, estaría muy frustrado de ver como la mayoría de nosotros hemos tenido en poco su sacrificio. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. 1 Juan 4:18 

El orgullo, la falta de humildad, la ambición y la avaricia nos hacen actuar con mezquindad frente a las cosas que damos (invertimos), esperando que nos devuelvan el doble, o que nos tengan que agradecer toda la vida el favor o la ayuda que dimos. Nuestra esperanza no debe estar puesta en las personas sino en Dios, que es quien verdaderamente nos devuelve en bendición cuando damos con alegría sin esperar recibir nada de vuelta. El acto de DAR debe ser desarrollado en nosotros como una actitud del Espíritu y del corazón. Debemos reconocer que Dios es la fuente de todas nuestras bendiciones y que somos mayordomos de sus bienes, de modo que cada acción que implique dar algo o darnos nosotros mismos, debe ser bajo el modelo de la entrega voluntaria de Jesús. «Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos para toda liberalidad…» 2 Corintios 9:10-11 

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios”. Hebreos 12:2