Al tratar de los movimientos místicos que se produjeron en la Alemania protestante del siglo XVII, mencionamos, ligeramente, el auge que en aquella época tuvo esta secta. Sus orígenes son realmente oscuros y difíciles de definir, como también lo son sus enseñanzas. Según dicen sus adeptos, en el siglo XIII un hombre llamado Christian Rosenkreuz tuvo revelaciones especiales para dar luz a la mal interpretada religión cristiana, y también para explicar el misterio de la vida y del ser desde un punto de vista científico y, a la vez, religioso.
En la práctica, en esta secta, no queda nada por explicar. Todo encaja perfectamente en esta mezcla de teosofía, misticismo, astrología y religión panteísta, de manera que los iniciados en ella poseen la llave de la verdadera sabiduría y el secreto de los conocimientos metafísicos universales.
En tiempos modernos el principal promotor de esta secta ha sido el norteamericano Max Heindel, autor de extensísimas obras doctrinales como La Cosmo- Concepción Rosicruciana o Cristianismo Místico, y La Filosofía Rosicruciana en Preguntas y Respuestas.
El emblema o símbolo del rosicrucianismo consiste en una cruz con una corona de rosas en el centro. La cruz no es un símbolo de sufrimiento. Su verdadero significado, al decir de los rosacruces, lo dio Platón, que fue uno de los iniciados en esta clase de sabiduría, cuando dijo: «El alma del mundo está crucificada.» Esto quiere decir que la cruz es símbolo de las corrientes de vida que animan los cuerpos de los vegetales, animales y seres humanos. Es también símbolo de la pasada evolución del hombre, su constitución presente y su desarrollo futuro. El brazo superior de la cruz representa al hombre. El brazo inferior al reino vegetal. Entre los dos está el reino animal, o sea, el brazo horizontal, que además es la posición de la columna vertebral de los animales. Las rosas rojas que hay en el centro de la cruz representan los órganos generativos de estos tres órdenes.
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