Muchas veces atravesamos por momentos de dificultad en nuestras vidas, aunque haya oscuridad, confusión, tristeza y decaimiento, estos estados nacen de los acontecimientos mismos de la vida, como por ejemplo una enfermedad, la muerte de un ser querido, una desgracia familiar, en otras ocasiones se tratan de oscuridades interiores, pruebas, decaimiento, y quebrantos espirituales.Ante esta situación humana tan universal, tan compleja, en muchas ocasiones las cosas no salen como lo pensamos, creemos que Dios está para respondernos antes de pedirles las cosas. De este modo no se trata de abandonar el camino durante cualquier situación extraña que nos suceda, sino mas bien es entender que Jesús está de nuestro lado, en el momento preciso. La luz de Cristo brilla en mi, Dios mismo ha desvelado su rostro y lo ha introducido en una experiencia de amor. Entonces es cuando el hombre puede exclamar como el Salmista: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? el Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar?”, esto nos llena de gozo, cuando podemos exclamar a viva voz, que Dios es nuestro hacedor.
Adora a Dios cuando las cosas te salgan bien y cuando salgan mal, bendice al Señor, exalta al creador, preséntate alabanzas y exaltación, deléitate en él ve y gózate con él, derrámate en su presencia, abre tus labios, levanta tu voz, declara su grandeza y su poder, da a Dios todo tu corazón, eternamente y por siempre bendice al Señor, un corazón humillado él no rechaza, mientras las personas se rechacen entre sí. Saber que Jesús nos perdona es lo que hace que sea nuestro maravilloso señor, unas de las particularidades que tiene es que nos ama, está presto a escucharnos, nos consuela y una las cosas mas importantes que tiene, es que intercede por nosotros, sobre todas las cosas no hay otro como él, solo esperamos que en tú corazón y a viva voz puedas confesar que Cristo es el Señor y poder decirle que Jesús es tu maravilloso Señor.