Los tiempos permitían que de Haití, a través de la frontera, se colaran muchos decires que asustaban a las mentes preparadas para creer en cosas simples y absurdas. L’Arcahaie ponía grima en las almas. Se decía que allí iban los muertos y desaparecidos a ser pasto de las hambrunas de los «missangós» o convertidos en «zombies» a trabajar como esclavos. Pero todo esto no pasaba de ser subterráneas murmuraciones amasadas por la fantasía de la ignorancia y la superstición. Jamás hubo comprobaciones de la realidad de esos misteriosos personajes; pero la leyenda los había creado y los imponía con carácter de veracidad.
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