El edificio de la dictadura se ha desplomado pero todavia vive trujillo en los corazones de muchos…. un dia como hoy, lo ajusticiaron, o lo asesinaron?
Descripción de la muerte de Trujillo
Entraron en acción esa noche: Salvador Estrella Sadhala, Huáscar Tejeda, Antonio Imbert Barreras, Antonio de la Maza, Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Amado García Guerrero quienes fueron las personas que avisaron a los demás involucrados en la conspiración, que el dictador saldría esa noche para San Cristóbal, incorporándose todos momentos antes del atentado. «Muerte de Rafael Leonidas Trujillo»
Funerales «Video del Velorio de Rafael Leonidas Trujillo»
- El primer disparo contra Trujillo, que fue de escopeta, fue hecho cuando el automóvil que conducía Antonio Imbert y en el cual se encontraban Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sadhalá y el teniente Amado García Guerrero, todavía estaba detrás del de Trujillo y no, como según las versiones de tres de los participantes (Antonio Imbert, Huáscar Tejeda y Salvador Estrella Sadhalá), cuando éste estuvo al lado del de Trujillo. Ese primer disparo hirió al dictador. Por otras versiones se sabe que quien lo hizo fue Antonio de la Maza, quien estaba en el asiento delantero derecho del vehículo.
- Zacarías le sugirió a Trujillo que se fueran del lugar, pero el dictador insistió en que se parasen a pelear. Salvador Estrella Sadhalá, ya preso, dijo que Trujillo ordenó: «Párate a pelear«.
- Al ordenar Trujillo que se detuvieran, el vehículo conducido por Imbert los rebasó y luego tuvo que frenar y retroceder. Entonces el vehículo de los agresores dobló y bloqueó el lado derecho de la autopista. Zacarías trató de volver su automóvil hacia Ciudad Trujillo, pero no lo hizo pues Trujillo, malherido, optó por bajarse del carro y pelear al descubierto, sin la protección del interior del vehículo. Eso cuadra con la declaración que en la cárcel dio Huáscar Tejeda.
- La única arma que utilizó Trujillo fue un pequeño revólver de bolsillo, calibre 38.
- Zacarías le advirtió a Trujillo que él también había sido herido. Como su vehículo ya se había detenido, pudo disparar con un rifle M1. El dictador, ya fuera del automóvil, también disparó con su revólver, avanzando 3 ó 4 metros desde el frente de su automóvil, moviéndose al descubierto hacia los vehículos que le atacaban. De pronto cayó de bruces, inerte, presumiblemente ya muerto.
- Zacarías, ya solo, siguió disparando con su M1 y luego con una ametralladora Luger. Vio cuando uno de los agresores avanzó hacia el cuerpo de Trujillo, lo que aprovechó para dispararle y herirlo. De los integrantes del automóvil de los cuatro agresores, tres recibieron heridas leves: Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá y Antonio Imbert.
- Al acabársele la munición a Zacarías, salió del vehículo para buscar una ametralladora que estaba en el asiento de atrás y entonces fue herido por un tiro en la cabeza y se desmayó. En total recibió nueve impactos. De creerse su versión, los atacantes no lo vieron ni lo remataron cuando se acercaron al vehículo. Eso es improbable, parece más bien que Zacarías se ocultó en la finca que en ese entonces bordeaba la autopista.
- Zacarías no cita la llegada del segundo vehículo, manejado por Huáscar Tejeda y donde estaban Pedro Livio Cedeño y Fifí Pastoriza. Debió haberse desmayado antes, por lo que la grave herida que sufrió Pedro Livio entonces fue hecha por uno de sus compañeros. Luis Salvador Estrella coincide en su libro, probablemente basándose en lo narrado por Salvador Estrella la misma noche del 30 de mayo antes de esconderse, en que el segundo vehículo llegó después de muerto Trujillo y que fue Salvador quien, por error, hirió a Pedro Livio, quien en efecto resultó herido por balas del calibre 38. El único que usó esa arma aquella noche fue Salvador.
Esta versión de los hechos difiere en detalles importantes de lo declarado por Antonio Imbert a la prensa y también de lo dicho por Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza y Salvador Estrella Sadhalá bajo interrogatorio cuando fueron detenidos y de lo que luego contaron a sus amigos en la cárcel, antes de ser asesinados en noviembre de 1961.
Varias horas después de su muerte, su hijo Rafael Leónidas Trujillo Martínez, Ramfis, quien se encontraba en París, alquiló un avión y regresó a Santo Domingo en las primeras horas del miércoles 31 de mayo, poniéndose de inmediato al frente de la situación y convirtiéndose en el hombre fuerte del país aunque el vicepresidente Joaquín Balaguer supuestamente había asumido la presidencia de la República. El Servicio de Inteligencia Militar, y todos los servicios de seguridad del estado realizaron amplias redadas en todos los sectores de la ciudad buscando a los participantes.
El 2 de junio de 1961 se realizaron los funerales en el Palacio Nacional, miles de personas de todos los estratos sociales desfilaron ante el féretro que contenía los restos de Trujillo, «el hombre que había sido sembrado en sus mentes como su protector y guía, el hombre que aparentemente lo podía todo, estaba muerto».
El cortejo fúnebre partió del Palacio Nacional a San Cristóbal para recibir cristiana sepultura en la iglesia de su ciudad natal, tal como había sido su última voluntad. Luego de la misa de cuerpo presente, donde se le perdonaron los pecados al difunto, el doctor Joaquín Balaguer procedió a leer el panegírico de lugar. En unas de sus partes dijo: El momento es pues propicio para que juremos sobre estas reliquias amadas que defenderemos su memoria y que seremos fieles a sus consignas manteniendo la unidad. Querido jefe, hasta luego. Tus hijos espirituales, veteranos de las campañas que libraste durante más de 30 años, miraremos hacia tu sepulcro como un símbolo enhiesto y no omitiremos medios para impedir que se extinga la llama que tú encendiste en los altares de la República y en el alma de todos los dominicanos. Terminadas las ceremonias su cadáver fue trasladado a un panteón especial que él mandó a construir en vida debajo del altar mayor de la iglesia.
Rafael Lenidas Trujillo | «existía en él un sentimiento ególatra que con el correr de los años se convertiría en megalomanía».
Trujillo construyo la imagen del hombre fuerte que el ciudadano dominicano anhelaba inconscientemente para protegerse de las dificultades
Robert D. Crassweller en su conocida obra Trujillo, La trágica aventura del poder personal, nos describe la personalidad del tirano: «En Trujillo cada rasgo era, en alguna manera o en algún grado, un sostén del arco central de su ser: el instinto de poder…Dotado de energía física y volitiva, su mente era ágil y lúcida, particularmente en el terreno de la astucia. El ansia de dinero, producto de su mente práctica y de sus anteriores privaciones, reforzaba su voluntad de poder.
Desde muy temprano percibió la utilidad del dinero como fuente y apoyo del mismo. Tendía a prodigarlo generosamente de una manera típicamente impredecible, y su cinismo le llevó a creer en su universal omnipotencia. <>, dijo en una ocasión. Su fe en la fuerza del dinero y su convencimiento de que cada hombre y cada cosa tienen un precio, hallaron testimonio en la necesidad de la sensación física del dinero. Jamás salía sin llevar consigo, una valija de mano, grandes sumas en moneda dominicana y norteamericana».
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