El Poder de Dios en Mí

el poder de DiosConsideramos dos naturalezas: La carne y el espíritu o el viejo hombre y el nuevo hombre. Sabemos que el viejo hombre es la naturaleza que recibimos al nacer físicamente de nuestros padres. Esta naturaleza es completamente corrupta y no puede agradar a Dios.

 El nuevo hombre es la naturaleza que recibimos al nacer espiritualmente por fe en el Señor Jesucristo. Esta naturaleza es pura y no puede pecar. Todo creyente verdadero tiene estas dos naturalezas dentro de sí, y están en constante conflicto el uno con el otro.

La carne quiere arrastrarnos al pecado, mientras que el espíritu quiere andar en la santidad. ¿Cómo podemos conseguir la victoria sobre la carne que mora en nosotros?

Primeramente, no lo podemos obtener por nuestras propias fuerzas. El Señor Jesucristo dijo: «Porque separados de mí nada podéis hacer». De igual manera que somos dependientes del Señor para la salvación, y tenemos que dejar de confiar en nuestras propias fuerzas, aquí también tenemos que aprender a confiar en el Señor. Por eso el apóstol Pablo, al referirse a esta batalla interna, en Romanos 7:22-25, dice: «Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro

El había encontrado la victoria en el Señor. Con el poder y la ayuda del Señor Jesucristo, sí podemos conseguir la victoria sobre la vieja naturaleza. El Señor nos ama, él es el pastor de nuestras almas, y él es quien nos guarda cada día y nos traerá a salvo a su reino celestial. Necesitamos aprender a confiar en él diariamente, si queremos gozar de una vida cristiana victoriosa.

Esta victoria, el Señor Jesucristo nos la da por medio del Espíritu Santo. El Señor, al morir en la cruz compró nuestro perdón, tres días más tarde, resucitó de entre los muertos. La muerte ya no tiene poder sobre él, vivirá para siempre, como lo haremos todos los que estamos en él. El Señor vive eternamente para hacer esto una realidad. Diariamente, él nos guarda por medio del Espíritu Santo. Es necesario, por lo tanto, que tomemos unos momentos para considerar al Espíritu y su obra en nosotros.

Debemos comenzar por entender que todo creyente tiene el Espíritu Santo. Romanos 8:9 nos dice, «Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.» El Espíritu Santo mora con todo creyente para siempre. «Os dará otro Consolador; para que more con vosotros para siempre». Así que es imposible que haya creyente que no tenga el Espíritu Santo. Sabemos que el Espíritu Santo mora en nosotros, no porque le sentimos necesariamente, sino porque la Palabra de Dios lo dice.

Dios mismo, es el que en amor nos ha salvado y no tenemos porqué seguir en el pecado. Todo el poder de Dios está con nosotros cada día. Lo que sí tenemos que aprender, es como andar en el Espíritu. «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu; porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu» y «todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios». El andar en el Espíritu requiere, que con sumisión y fe, dejemos que el Espíritu Santo nos enseñe y nos guíe por la Palabra. Con humildad busquemos cada mañana, en oración, la ayuda de Dios, para mantenernos firmes en la fe.

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