Hay lo que se llama “el almohadón de la mar”. Debajo de la superficie que es agitada por las tormentas y llevada de un lado para otro por los vientos, hay una parte de mar que nunca es perturbada. Cuando rastreamos el fondo y sacamos los residuos de la vida animal y vegetal, encontramos que muestran señales de no haber sido agitadas lo mas mínimo durante centenares y miles de años. La paz de Dios es aquella calma eterna que como el almohadón de la mar, se encuentra demasiado profunda para poder ser alcanzada por cualquier aflicción y perturbación, y el que entra en la presencia de Dios, se convierte en un participante de aquella paz apacible que jamás puede perturbarse.
Dr. A. T. Pierson
“Y la paz de Dios que sobre pasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús” Filipenses 4:7
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