Los «espíritus encarcelados» eran los desobedientes que vivieron antes del diluvio. Es imposible probar que esta expresión se refiera a otras personas.
La palabra «encarcelados» se refiere a la habitación de estos desobedientes cuando Pedro escribió esta epístola. Esa habitación se llama «Hades». Dice Pedro en la segunda carta (2:4), «Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio». La palabra traducida «infierno» en este texto no viene de la palabra geenna (traducida «infierno» en Mat. 5:22, 29, 30; 10:28, etc.), sino de tartaroo y significa «consignar al Tártaro». Los ángeles que pecaron se hallan en un lugar llamado «Tártaro» en cadenas, para ser reservados al juicio. Están en prisiones de oscuridad. (Véase también Judas 6).
1 Ped. 3:19 usa la misma figura: al morir todos los desobedientes están encarcelados, están en prisiones de oscuridad, hasta el juicio final, pero Pedro habla de los espíritus encarcelados de aquellos que eran desobedientes cuando Noé preparó el arca.
¿Cuándo y dónde predicó Cristo a los espíritus encarcelados?
No dice Pedro que Cristo les predicó cuando estaban encarcelados. No es posible predicar a los espíritus encarcelados. Cristo predicó a «los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca». El les predicó a ellos en ese tiempo, durante su vida, cuando eran desobedientes, mientras se preparaba el arca.
¿Por qué habla de ellos como «espíritus encarcelados»? Porque así eran cuando Pedro escribió esta carta. Cuando Cristo les predicó, no eran espíritus encarcelados, pero cuando Pedro escribió acerca de ellos, ya estaban muertos y sus espíritus estaban encarcelados en el Tártaro, esperando el Juicio Final.
¿Cómo pudo Cristo predicar a la gente de aquel tiempo?
Su espíritu estaba en Noé. El predicó a través de Noé. En aquellos días antes del diluvio Dios dijo, «No contender mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años» (Gén. 6:3). El espíritu de Dios contendió con los pecadores, pero no lo hizo en alguna forma misteriosa y sobrenatural, sino a través de la persona de Noé.
Pedro dice en la misma carta (1:10, 11), «Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos». Dice Pedro claramente que el Espíritu de Cristo estaba en los profetas; así también el Espíritu de Cristo estaba en Noé y, por lo tanto, la predicación de Noé era la predicación de Cristo.
Otro texto que confirma esta conclusión es Efes. 2:17. Dice Pablo que Cristo «vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos», o sea, los gentiles. Los judíos «estaban cerca» y los gentiles estaban lejos. Pero ¿cuándo vino Cristo a predicar a los gentiles? El no vino en persona para predicar a los gentiles, sino que vino en la persona de los apóstoles (especialmente en la persona del apóstol Pablo) para predicar a los gentiles.
Juan 16:8, promete Jesús que “cuando venga el Espíritu Santo, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio». ¿Cómo y cuándo lo hizo? Lo hizo a través de los apóstoles, comenzando el día de Pentecostés, cuando convencieron a tres mil judíos de su pecado de haber crucificado a Jesús (Hech. 2:22, 23, 37, 38, 41).
1 Ped. 3:19 dice, pues, que Cristo fue y predicó en el espíritu (el cual estaba en Noé) a los desobedientes que vivieron antes del diluvio, que ahora son «espíritus encarcelados».
¿Cuál fue el propósito de Pedro al escribir este texto?
¿Por qué habla Pedro de la predicación de Cristo «en espíritu» (o sea, a través de Noé) a los desobedientes que vivieron antes del diluvio? ¿Qué tiene que ver esto con el contexto y el tema del sufrimiento de los santos?
En primer lugar, Pedro habla de lo que Cristo hizo «en espíritu». Esto se pone en contraste con lo que hizo «en la carne», es decir, en el cuerpo físico.
Dice el hermano Bill Reeves en su comentario sobre esta carta: «Pedro sigue con el punto del contexto. Dice que Cristo es nuestro gran ejemplo. Fue en (la esfera de) espíritu en los d¡as de Noé, y predicó por medio de su escogido heraldo, Noé, a aquellos desobedientes (que ahora que Pedro escribía se encontraban guardados en el Hades). Como Cristo hizo esta obra entre los malos con toda paciencia, así nosotros hoy en día debemos hacer la nuestra entre ellos, aun siendo a veces rechazados y hasta perseguidos».
2 de Pedro 2:4-5, 9
“Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos;”
La frase “arrojándolos al infierno” “cast them down to hell” es una palabra en el texto en Griego el verbo “ταρταρόω” (tartaroo) y significa “arrojar al Tartarus”. Como Bullinger dice: “Tartarus” es una palabra griega que no se usa en ningún lado ni en el Septuaginta (Septuaginta es una palabra del griego antiguo que se traduce como antiguo Testamento). Homero la describe como subterráneo. La “Tartarus” Homérica es la prisión de los titanes o gigantes que se rebelaron en contra de Zeus. (The Companion Bible, Appendix 131). Y como Vine también explica: “el verbo “tartaroo” traducido como “arrojar al infierno” en 2 de Pedro 2:4 significa consignado a Tartarus, lo cual no es ni Sheol (Seól) ni Hades (Hádes) ni Infierno, sino el lugar donde aquellos ángeles, cuyo pecado especial al cual se refiere este pasaje, están confinados o sea “estan reservados al juicio”; la región se describe como “fosas de oscuridad” (Vine´s dictionary, p. 553). De esta manera Tartarus se debe entender como una prisión, y en esta prisión, como Pedro dice, fueron arrojados los ángeles que pecaron, para ser reservados al juicio. Están en esta prisión de oscuridad reservados para el día del juicio. Observa que lo que sigue a esta referencia de 2 de Pedro es Noé y el diluvio. No es producto de la casualidad que ambos eventos están conectados y ocurrieron sin mucha diferencia de tiempo entre sí. Pero ahora veamos la referencia de Judas que también habla sobre el mismo tema:
Judas 6-7
“Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.”
Judas habla de la misma rebelión así como Pedro y Génesis. En algún momento en los tiempos de Noé, los ángeles “abandonaron su propia morada” y fueron tras “carne extraña” tras las hijas de los hombres. ¿Y qué resultó? que ahora “los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día”. Ésta es la prisión, la Tartarus, de lo que Pedro habla en sus cartas. A esos espíritus caídos, ángeles caídos, espíritus en prisión, Jesús fue y les predicó, dice nuestra traducción al Español. Una mejor traducción sería “Les proclamó”. Ahora, el texto no dice lo que Él proclamó, pero estoy de acuerdo con lo que Vine dice en su diccionario, cuando habla acerca de la palabra “kerusso” que se traduce en 1 de Pedro 3:19 como “predicó”:
“En 1 de Pedro 3:19 la referencia probable es, no buenas nuevas, sino el acto de Cristo después de su resurrección de proclamar Su victoria a los seres angelicales caídos” (Vine´s expository dictionary of New Testament words, p. 883).
Para concluir: cuando leemos en 1 de Pedro 3:19 que Jesús fue y predicó a los espíritus encarcelados, no deberíamos entenderlo como gente muerta viviendo encarcelada, sin resurrección y Jesús yendo a ellos a predicarles las buenas nuevas. Lo que la Palabra de Dios habla en 1 de Pedro 3:19 no es sobre gente muerta, sino sobre espíritus, seres angelicales que están en prisión, en la Tartarus, atados en eternas cadenas bajo oscuridad. ¿Porqué? Por lo que hicieron en los tiempos de Noé, dejando su propia morada yendo tras “carne extraña”, tras las hijas de los hombres.
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