El término seguridad viene del griego asfaleía que quiere decir: no susceptible de caída o algo firme. Al hablar de seguridad de la salvación se está haciendo referencia al hecho de que el nuevo creyente, al momento de invitar a Jesucristo a entrar a su corazón y aceptarle como Señor y Salvador personal, debe tener la certeza de que, efectivamente Cristo está en su corazón. ¿En qué se basa esta seguridad? Se pueden establecer dos aspectos:
LA SEGURIDAD NO DEPENDE DEL CREYENTE.
No depende de lo que somos.
En la Biblia se dice que las naciones (hombres), son menos que nada delante del Señor (Is. 40:17), y que el hombre es como el polvo (Sal. 103:14), y en el Nuevo Testamento se llama al hombre pecador (Ro. 3:23), por lo tanto si la salvación dependiera de lo que somos, ninguno sería salvo, pues todos somos pecadores y merecíamos condenación eterna (Ro. 5:18).
No depende de lo que tenemos.
Dios es el dueño de todas las cosas, de Él es la tierra y todo lo que en ella existe (Sal. 24:1), por lo tanto, el hombre nada tiene para comprar su salvación, por eso Jesús les dijo a sus discípulos que ¿Qué provecho obtendría un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? ó ¿Qué podría dar el hombre a cambio de la salvación de su alma?, Nada (Mt. 16:26).
No depende de lo que sentimos.
Los sentimientos del ser humano son muy variables, por naturaleza es voluble ante las circunstancias, por lo tanto tiende a ser engañoso. En Jeremías 17:9 se dice que “más engañoso que todo, es el corazón” (sentimientos) , y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?
El ser humano muchas veces ni él mismo se comprende, por eso una salvación tan grande no depende de un sentimiento.